La solidaridad no es lejanía; lleva consigo el acercamiento, el encuentro. La forma de solidaridad más convincente es estar con el otro, acompañarlo, darle tu tiempo, que andas bastante ocupado, en beneficio del que tiene más horas libres. Esta es la paradoja: se trata de acercarse al que no está en el centro para ofrecerle lo que posee más y de lo que tu estás más falto.
Que los seminaristas y los novicios y novicias tengan formadores que vivan la alegría del Evangelio y les preparen con sabiduría para su misión.