Capital Freetown. De aquí y de otras latitudes de nuestro planeta tan progresista y bienpensante, han surgido niños soldados a los que les robaron su infancia, el crecimiento humano normal y digno para convertirlos en seres despiadados, insensibles y dependientes de las drogas. Rogamos a Dios para que se respeten en todos los países a los niños; que no les falten escuelas y que puedan jugar, reír, vivir.
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