Rechazando la cultura de la indiferencia nos situamos en nuestra vocación bautismal. El Bautismo nos empuja a buscar la luz de Dios, el bien de los hermanos y a decir no a todo pecado. Entre los pecados podemos considerar el pasar de los problemas de los demás y sobre todo de las personas. Esta es una forma de dar la espalda a Dios y a su imagen más preciosa. Por eso no caigamos en la indiferencia sino que comprometámonos con los que necesitan mayor atención y cuidado.
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