En primer lugar a Dios. Es el mayor don que podemos recibir. Dios es la vida misma sin la cual no subsistimos. Como consecuencia, acogemos y respetamos a todos, en especial a los que se encuentran más desamparados. Inmigrantes, refugiados, forasteros, necesitan que los miremos, que les dirijamos la palabra, que puedan sentir que no son extraños en otra tierra. El cielo es de Dios, la tierra se la ha dado a los hombres, toda la tierra para todos los hombres.
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