Al despertar busco tu rostro, Dios mío, te llamo, te invoco para que me guardes del mal y me llenes de tu dulzura para no desfallecer ante la dureza del camino. Gracias por tu presencia y compañía.
Me uno a la red mundial de oración del Papa Francisco para que sea erradicada la trata de personas y que los cristianos de Asia anuncien el evangelio con fortaleza y espíritu misionero.
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